Olivo Bonsai (Olea europaea)

Nombre científico: Olea europaea.

Nombre común: Olivo.

Origen: Región Mediterránea.

Características: El bonsái de olivo presenta un tronco robusto y retorcido, característico de los árboles maduros. Su corteza es de un color grisáceo que se vuelve más interesante y texturizada con la edad, dando un aspecto rústico y natural. Las ramas tienden a ser delgadas y elegantes, pero a su vez tienen un carácter fuerte que se ajusta bien a la estética de bonsái.

Las hojas son estrechas y alargadas, de un color verde oscuro en la parte superior y blanco plateadas en la parte inferior. Esta coloración distintiva no solo añade un atractivo visual, sino que también proporciona un contraste agradable que atrae la atención.

Los bonsáis de esta especie suelen variar en tamaño, dependiendo de la técnica de cultivo y la edad del árbol. Pueden variar desde ejemplares pequeños que miden alrededor de 20 cm hasta árboles más grandes que alcanzan hasta 1 metro de altura. Su tamaño y forma pueden ser manipulados a través de técnicas de poda y alambrado.

Cultivo: Los olivos necesitan mucha luz. Requieren ubicaciones a pleno sol, lo que también ayuda a reducir el tamaño de las hojas. Colocar el bonsái en un lugar donde reciba al menos 6 horas de luz solar directa al día. Durante el invierno, puede ser necesario moverlo al interior si las temperaturas bajan demasiado.

Usar una mezcla de sustrato que drene bien. Una combinación de tierra para bonsái, akadama y arena gruesa o grava pequeña funcionar bien. Los olivos prefieren suelos con buen drenaje para evitar el encharcamiento.

Regar el bonsái de olivo cuando la capa superior del sustrato esté seca. Es mejor regar en profundidad y dejar que el exceso de agua drene completamente. Evitar el riego excesivo para no dañar las raíces.

La poda es fundamental para dar forma al bonsái. Podar las ramas y hojas para mantener el tamaño deseado y fomentar la ramificación. Realizar una poda estructural mínima a finales de invierno o principios de primavera antes de que comiencen a brotar nuevas hojas.

Usar alambres para dar forma a las ramas, pero tener cuidado de no dañar la corteza. El mejor momento para alambrar es en primavera u otoño cuando el árbol está en crecimiento activo.

Fertilizar durante la temporada de crecimiento (primavera y verano) con un fertilizante equilibrado para bonsáis. Reducir la frecuencia en otoño e invierno.

Transplantar el bonsái cada 2-3 años, preferiblemente a finales de invierno o principios de primavera. Esto ayudar a renovar el sustrato y a podar las raíces para fomentar un sistema radicular saludable.

Vigilar las plagas comunes como pulgones o cochinillas, y tratar las infecciones fúngicas o bacterianas de inmediato con fungicidas o insecticidas apropiados.

Exposición: Pleno sol.